“No se puede pelear contra una sola forma de subversión, representada por la metralleta, mientras, subsiste, incomprensiblemente, esa otra, mucho más deletérea –por venal y corrompida- alimentada por la izquierda intelectual e infiltrada en los medios de comunicación y en la estructura cultural del país”
De esta forma se explayaba el diario local La Nueva Provincia en su editorial del 6 de Julio de 1976 bajo el título “La moderación con el enemigo no es un síntoma de cordura”, ese mismo día hacían mención al asesinato de Heinrich y Loyola de forma perdida en la página 6: “Son investigados dos homicidios”, 3 párrafos, 551 caracteres le alcanzaron al monopolio local para referirse fríamente al crimen de dos de sus obreros gráficos.
El homenaje a los compañeros Enrique Heinrich y Miguel Ángel Loyola, víctimas del terrorismo de Estado en Bahía Blanca, es la continuación del emplazamiento de marcas de la memoria en toda la ciudad y la toma simbólica del espacio público.
Hoy estamos en el edificio que perteneció a La Nueva Provincia y a la familia Massot, símbolo del terrorismo de Estado en nuestra ciudad. Desde sus páginas y editoriales manchadas con sangre se observó la complicidad civil de amplios sectores con la última dictadura militar. Sus plumas fueron el soporte intelectual que justificó el secuestro, asesinato y desaparición de 30.000 compañeros.
Una coherencia discursiva que mantienen hasta nuestros días con sus alabanzas hacia Massera por sólo citar una nota de amplia repercusión ante la muerte del genocida.
No podemos dejar de destacar que estos pasillos hoy son la sede del Colegio de Abogados de Bahía Blanca, que cobijo a muchos abogados que durante la última dictadura defendieron a detenidos-desaparecidos presentando los respectivos Habeas Corpus, y que este Colegio ante sus detenciones hacía las guardias y seguía firmándolos, cosa que no pasó en muchos lados del país. También nuestro homenaje a todos aquellos abogados que honran su profesión con un compromiso cotidiano en la defensa de los Derechos Humanos.
Creemos que el conocimiento del pasado es un elemento fundamental en las políticas de la memoria tendientes a no olvidar. Frente a la construcción de "olvidos públicos" como política estatal, vemos la necesidad de articular formas rememorativas sobre nuestro doloroso pasado en las que se le otorgue sentido, en las que se pueda hablar de un trabajo activo de la memoria, determinándose las responsabilidades que llevaron a la desaparición de 30.000 compañeros.
Bahía Blanca se debe así una reparación a su propio pasado. Entendemos que el rescate de las huellas es parte de una lucha por nuestra identidad, un retorno a esos sueños destruidos y proyectos naufragados de toda una generación. El espacio público de nuestra ciudad debe erigirse como un ámbito de Memoria y Justicia donde nos encontremos todos los bahienses. La colocación de huellas implica el reconocimiento por parte del Estado no sólo de sus responsabilidades sino la sedimentación de una memoria colectiva que reclame por verdad y justicia.
A partir del 28 de Junio la ciudad inicio el hecho histórico más importante con relación a la justicia, que significa juzgar con todas las garantías jurídicas, que nunca tuvieron sus víctimas, al primer grupo de genocidas que actuaron en jurisdicción del Comando del V Cuerpo de Ejército desde el Centro Clandestino de Detención “La Escuelita”.
De esta forma homenajeamos a Enrique Heinrich y Miguel Ángel Loyola, obreros gráficos de la Nueva Provincia, secuestrados por el terrorismo de Estado el 30 de Junio de 1976, y cuyos cuerpos aparecieron en el paraje conocido como la “Cueva de los Leones” a 17 km de Bahía Blanca.
Juicio y castigo a todos los culpables
Cárcel común a todos los genocidas
Aparición con vida de Jorge Julio López
30.000 compañeros desaparecidos ¡Presentes!
Comisión de Apoyo a los Juicios