lunes, 2 de abril de 2012

MALVINAS - 30 años


2012 resulta ser un año emblemático en un contexto sensible desde la cuestión Malvinas. Se están cumpliendo 30 años de aquella herida producida en las entrañas del sentir nacional, que desde entonces no ha parado de supurar.



La mixtura de patrioterismo y de una cultura política autoritaria llevó a amplios sectores de nuestro pueblo a apoyar la locura bélica de 1982 emprendida por la dictadura genocida. Hoy el reclamo se enmarca en una reivindicación latinoamericana, bajo claros preceptos democráticos y con la egida de los Derechos Humanos, como lo demuestra la desclasificación oficial del Informe Rattenbach. La cancillería de CFK se enlaza así en lo previamente desarrollado por los gobiernos de Arturo Illia y Raúl Alfonsín. Se trata del reclamo soberano ante la supervivencia de un enclave colonial.



Desde aquél hecho bélico y lastimoso para el recuerdo argentino, han transcurrido diversas gestiones gubernativas de distintos colores políticos, cada cual imprimió sobre la cuestión su perspectiva estratégica y metodología en aras de reivindicar nuestra dignidad como Estado-pueblo ante la comunidad internacional, y nuestra autoestima a nivel interno. En ese orden de ideas durante el Alfonsinismo se pretendió lograr un acercamiento, establecer un diálogo con Gran Bretaña, pretensión ésta que resultó infructuosa en virtud de la postura victoriosa y orgullosa del flamante vencedor. La postura británica, radicalmente determinista a negar todo tipo de diálogo con la Argentina – máxime si versara sobre la cuestión soberana – se plasmó en la reunión de Berna del 18 de julio de 1986 con la posterior decisión unilateral de conferir en las “Falkland Island” una zona de reserva exclusiva en 1987.



Durante el Menemismo, la decisión estratégica versó en dispensar de inmediaciones y recurrir a una política de seducción, caracterizada por el contacto y diálogo directo entre los gobiernos, tal estrategia si bien logró un avance en términos de bilateralidad, el Reino Unido impuso una veda en cuestiones atinentes a la soberanía. En igual sentido y con un discurso un tanto más impulsivo – fronteras adentro – fue la política adoptada por el gobierno de la Alianza, aunque en términos reales y concretos se caracterizó por una escasa trascendencia, sintéticamente se redujo a meras proclamas y expresiones de deseos en discursos oficiales que no tuvieron resonancia a nivel internacional.



Finalmente con la llegada del Kirchnerismo, se decide principalmente a partir del año 2005 revertir toda estrategia que implique un sojuzgamiento y una humillación al Estado, planteando la cuestión de a pares en el terreno del derecho internacional, bajo los mecanismos institucionales y diplomáticos consagrados en la Carta de Naciones Unidas, ejerciendo como medio de presión la adhesión de los distintos países del Mercosur y actualmente de la UNASUR, a fin de establecer restricciones a la actividad económica realizada por los isleños y motivada desde la metrópoli británica.



Actualmente como bien lo ha apuntado la Presidenta Cristina Fernández, la integración del “Cono Sur” americano ha fortalecido el reclamo argentino, mostrando un interés común, solidaridad, hermandad y apoyo entre los pueblos – desde siempre hostigados por los países centrales – que esta vez deciden poner un freno a las pretensiones colonialistas de un imperio pobre en fundamentos y solitario, en la medida que USA ha declarado en diversas ocasiones su neutralidad frente al conflicto, resaltando el carácter bilateral de la cuestión, además de la ocupación de facto de Inglaterra sobre el territorio malvinense, de suyo la Comunidad Europea, la cual ha tenido un pronunciamiento análogo al norteamericano.



Frente a un panorama distinto al vivido durante los primeros años de post-guerra, la Argentina se erige como un Estado Digno, de Derecho que esta dispuesta a canalizar la controversia por medios institucionales, diplomáticos y jurídicos, contando con un refuerzo adicional: resoluciones de la ONU y del Comité Internacional Anticolonialista; la adhesión de los países hermanos latinoamericanos, regionalizando la controversia, en contrapartida tenemos a una Inglaterra que como miembro permanente del Consejo de Seguridad ha demostrado una vez más el abuso de poder desde su posición de decisión y poder conferido en virtud de tal ocupación, con un efecto colateral: ha asentado los fundamentos de aquellos que son escépticos respecto del verdadero rol y trascendencia de la ONU en términos de eficacia. Y desde esta situación de prepotencia y arrogancia frente a un escenario desfavorable, Inglaterra se sumerge en una postura que nada tiene de “civilizada”, pero mucho de “barbarie”, solucionar la controversia mediante la imposición del más fuerte.



GRUPO 83

en el Frente de Integración Ciudadana