lunes, 22 de mayo de 2017

¿Moncloa o Casta rioplatense? por Raúl Andrés Gallardo


Una foto del pasado Jueves 18 de mayo en el Senado Nacional juntó a Federico Pinedo, Miguel Angel Pichetto y Ernesto Sanz bajo la conferencia del profesor español Ramón Tamames (ex PC). La mesa es una síntesis de eso que Podemos claramente ha definido como la "casta": una parte de la clase política que actúa como mayordomos de los poderes económicos y a espaldas de los intereses de las grandes mayorías. No es casualidad que nuevamente quieran trasplantar los famosos "Pactos de la Moncloa" a nuestro país.

¿Qué quieren sostener con una Moncloa rioplatense? Argentina en 1983 encontró una salida distintiva del proceso autoritario que tuvo 3 pilares fundamentales: memoria, verdad y justicia. Esas características nos diferenciaron de la región donde las transiciones fueron tuteladas y sostenidas en base a la impunidad. Chile fue el ejemplo paradigmático de ese camino, una Constitución parida por la dictadura y Augusto Pinochet sentado durante años como senador vitalicio.

Nos plantean “diálogo”, “consenso” y “grandes acuerdos”, naturalmente cabe preguntarnos ¿entre quiénes y para qué? En términos concretos hoy existe en el Parlamento acuerdos de esa naturaleza, de otra forma sería imposible que el PRO con minoría en ambas cámaras obtenga casi todo lo que se propone. Esta “Mesa de la Moncloa” es la que sostiene políticamente a Mauricio Macri, la que permitió la jura de Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los acuerdos con los fondos buitre y la anulación de la Ley de Medios de la Democracia.

El triunfo macrista implicó novedades políticas que no tienen paralelismos dentro de nuestra historia nacional, un partido de derechas, con un programa de derechas y un candidato claramente de derechas triunfó democráticamente. Esta legitimidad democrática sin lugar a dudas nos debe llamar a la reflexión a todas las fuerzas populares, aún así el mayor peligro al que nos enfrentamos es a la construcción de un consenso neo conservador, un status quo de alternancia ficticia entre espacios políticos que apliquen la mismas recetas con algunos pequeños matices.

Para ese “pacto de la Moncloa rioplatense” no sólo se necesita re discutir las políticas de la memoria, bajo ningún criterio es posible debatir ni plantear alternativas a la matriz de acumulación y concentración capitalista o sobre los modelos de desarrollo y producción. Los poderes concentrados tienen que realizar un fuerte proceso de domesticación política para impedir el regreso de cualquier tipo de experiencia popular, en esa tarea están embarcados y tienen reclutados para su concreción a mayordomos de distintos colores partidarios y sindicales.

Silencian varios aspectos de la política de conciliación española para la que hubo que borrar gran parte de la historia y enterrar miles de sueños y esperanzas. Hoy la casta española cuenta con un gran desprestigio popular, el PP y el PSOE han terminado por aplicar los mismos programas a costillas de la ciudadanía y para alegría de los bancos. A principios del siglo XX se hablaba en nuestro país de “contubernio”, conceptualización yrigoyenista para hacer referencia a estos acuerdos espurios. En la conferencia en el Senado se refirieron a la necesidad de una “menor rigidez en los sistemas laborales”, “independencia de la banca”, “reconciliación”, "gobernabilidad", “intentos pragmáticos de eficiencia”, “cambio económico”. Casta o contubernio, entre estos tipos y yo hay algo personal...

lunes, 1 de mayo de 2017

La tarántula universal


Ocurrió en Chicago, en 1886.
El 1º de mayo, cuando la huelga obrera paralizó Chicago y otras ciudades, el diario "Philadelphia Tribune" diagnosticó: El elemento laboral ha sido picado por una especie de tarántula universal, y se ha vuelto loco de remate.
Locos de remate estaban los obreros que luchaban por la jornada de trabajo de ocho horas y por el derecho a la organización sindical.
Al año siguiente, cuatro dirigentes obreros, acusados de asesinato, fueron sentenciados sin pruebas en un juicio mamarracho. Georg Engel, Adolf Fischer, Albert Parsons y Auguste Spies marcharon a la horca. El quinto condenado, Louis Linng, se había volado la cabeza en su celda.
Cada 1º de mayo, el mundo entero los recuerda.
Con el paso del tiempo, las convenciones internacionales, las constituciones y las leyes les han dado la razón.
Sin embargo, las empresas más exitosas siguen sin enterarse. Prohíben los sindicatos obreros y miden la jornada de trabajo con aquellos relojes derretidos que pintó Salvador Dalí.
Eduardo Galeano en "Espejos, una historia casi universal"