“Sabemos que por defender la decencia todos los inmorales pagarán campañas para destruirnos. Comprendemos que por reclamar libertad, justicia y cumplimiento de la voluntad soberana de los argentinos, nos inventarán todos los rótulos, incluso el de subversivos, y pretenderán asociarnos a secretas conspiraciones que desde ya rechazamos. Descontamos que por defender la autodeterminación nacional se unirán los explotadores de cualquier latitud para fabricar las infamias que les permitan clausurar nuestra voz, nuestro pensamiento y nuestra vida. Alertamos que por luchar junto a los pobres, con nuestra única bandera azul y blanca, los viejos y nuevos inquisidores levantarán otras cruces, como vienen haciendo a lo largo de los siglos.”
Este
fragmento corresponde al programa del 1° de Mayo de la CGT de los Argentinos,
que fuera escrito por Rodolfo Walsh en 1968. La Central combativa nació
enfrentada a las burocracias sindicales que pactaban con la dictadura fascista
del general Onganía a espaldas de los intereses de la clase trabajadora. El programa formulado por la CGTA se enmarcaba
en un llamado de unidad del campo popular, unidad que se debía dar entre
obreros, estudiantes, curas tercermundistas, pequeños y medianos empresarios,
intelectuales. Las figuras de Raimundo Ongaro y Agustín Tosco pasaron así a la
historia como ejemplo de coherencia y compromiso con las luchas populares.
El
“Cordobazo” significó luego una
bisagra histórica para toda una generación constituyéndose en una autentica
rebelión popular. El 29 de mayo de 1969 comienza en Córdoba esta protesta
obrera que fuera acompañada por miles de estudiantes universitarios para
enfrentar las políticas de ajuste de la dictadura. Era el comienzo de las
grandes movilizaciones. Tosco definió en 1970 al “Cordobazo” como “la
expresión militante, del más alto nivel cuantitativo y cualitativo de la toma
de conciencia de un pueblo, en relación a que se encuentra oprimido y a que
quiere liberarse para construir una vida mejor, porque sabe que puede vivirla y
se lo impiden quienes especulan y se benefician con su postergación y su
frustración de todos los días”
Vendrían
más tarde la persecución, la muerte y la desaparición de miles de compañeros de
la mano del terrorismo estatal.
Durante
los años 90, cuando Carlos Menem aplicaba a rajatabla los mandatos del Consenso
de Washington, rematando y endeudando al Estado Nacional, con el apoyo de la
mayoría de dirigentes políticos y sindicales, nace la CTA. Los primeros pasos
se dan en el “Congreso de Burzaco” y
luego en Rosario en el “Congreso de los
Trabajadores Argentinos” durante 1991. La Central se erigió como
alternativa a la CGT que convalidada por esos años el proceso y la entrega
neoliberal.
La
CTA no acompañó las reformas estructurales del menemismo y desde sus orígenes
realizó un llamado a la conformación de un polo social alternativo. El
enfrentamiento se dio en las calles contra las distintas medidas de ajuste o de
reformas puntuales como la Ley Federal de Educación. Distintas campañas que
fueron desde “El hambre es un Crimen”
al “No al ALCA”, marcaron la impronta
de una Central obrera que ha venido reclamando no sólo por mejoras salariales,
sino luchando por la recuperación del petróleo, de las AFJP, por la anulación
de las leyes de impunidad y los juicios a los genocidas, etc.
Víctor
De Gennaro, dirigente de ATE, ocupó la secretaría general hasta el 2006, y
luego lo remplazó Hugo Yasky. Actualmente la Central se encuentra en una
disputa electoral que ha divido a los gremios entre aquellos que se encuentran
alineados al Gobierno Nacional y quienes no convalidan este acercamiento. Luego
de tantos años de lucha, la CTA todavía no cuenta con el reconocimiento de su
personería jurídica, a días de un nuevo 1° de mayo la democracia sindical sigue
siendo una de las asignaturas pendientes de nuestra democracia.
GRUPO 83