El 11 de Septiembre de 1973 las fuerzas armadas chilenas atacaron la casa de gobierno del vecino país. La destrucción de este emblema democrático terminó con la vida del compañero Salvador Allende, presidente en ese momento. Su derrocamiento significo el comienzo de la dictadura más cruenta en la historia del país. Miles de chilenos, hombres, mujeres y niños fueron masacrados, asesinados y desaparecidos con el objetivo de interrumpir el profundo cambio social, político y económico que el “hombre de la paz” le ofreció al pueblo, hasta ese momento subyugado. Tonto pensar que tu desaparición física detendría manera definitiva el camino que iniciaste devolviéndole la dignidad a los obreros y las clases bajas. El cambio es inevitable. Hoy a 42 años tu ejemplo se encuentra más vivo que nunca en los miles de trabajadores y ciudadanos que luchan de manera pacífica por un Chile mejor, más justo y solidario.
“Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”
G83 Solidaridad + Igualdad
