jueves, 19 de julio de 2012

SOJA - Editorial TXT


Durante la década de 1990 se produjeron profundos cambios de la economía, la sociedad y el Estado en Argentina. Eso ocurrió en el marco de transformaciones no menos significativas que en el plano mundial se venían desarrollando desde la década anterior. La apertura unilateral de la economía, el ajuste fiscal, la retracción de los mecanismos de regulación e intervención del Estado, la privatización de las empresas de servicios públicos y la convertibilidad peso – dólar fijaron un nuevo escenario para las políticas públicas, redefinieron los interlocutores privilegiados del Estado en el proceso de toma de decisiones y condicionaron profundas transformaciones en la estructura socioeconómica del país. El sector agropecuario no resultó ajeno a la intensidad y orientación de los cambios estructurales que se produjeron”
Estas son las primeras líneas del trabajo “El campo argentino: crecimiento con exclusión” elaborado por el antropólogo Mario Lattuada y el sociólogo Guillermo Neiman. No quedan dudas que el llamado “campo” no se encontró ajeno a las modificaciones políticas y económicas estructurales del neoliberalismo en nuestro país. ¿Qué cambios se produjeron?, ¿qué intereses hay en danza?, ¿quienes fueron sus principales beneficiarios?, son algunos de los interrogantes que nos llevan a encontrarnos con una nueva palabra: SOJA.
Y es que el oro verde prácticamente domina hoy la escena del sector agropecuario, incluso de los análisis macroeconómicos que llevan a colocar siempre los valores internacionales de este producto como una de las principales variables a tener en cuenta.
Las transformaciones de los años 90 condujeron a la desaparción de los organismos y de las normativas agrarias con un activo rol estatal: se aumentó la producción, se modernizó la tecnología y crecieron las exportaciones pero de la mano de un proceso de alta concentración y exclusión en la estructura social agraria, como se señala en el citado trabajo.
Necesariamente esta radiografía nos conduce a la problemática de la producción sojera. Según se sabe en los últimos 15 años la producción de granos experimentó un gran crecimiento producto del aumento de la superficie sembrada y del incremento en los rendimientos. Argentina hoy es el tercer mayor exportador mundial de soja, después de Estados Unidos y Brasil. La proyección de la cosecha de soja argentina, según la consultora estadounidense “Informa Economics”, para el período 2012/13 es de 60 millones de toneladas, mientras que Brasil se ubica en 80,5 millones. Al margen de las proyecciones la cosecha argentina de soja se colocó en los 49,2 millones durante el año 2011.
Cabe recordar que el consumo interno es mínimo. A partir de las últimas décadas, y con mayor notoriedad luego de la crisis de la vaca loca, se aumentó el consumo de las harinas como elemento esencial en la elaboración de balanceados para la producción de carnes blancas y rojas. Hoy la harina de soja es la materia prima esencial en la industria de alimentos balanceados para la cria de ganado confinado.
A los precios favorables se le sumó las dificultades de financiamiento de muchos pequeños y medianos productores que terminaron migrando sus producciones a la soja debido a que se requieren muchos menos recursos. La soja corrió a otros granos, a la producción ganadera y a los tambos. Ya en el 2005 en la provincia de Córdoba la actividad ganadera había registrado una caída del 20%. La concentración de la tierra, la expulsión de distintas comunidades de pueblos originarios, los daños ambientales y megaproductores como “Los Grobo” completan el alarmante panorama...
Grupo 83