Desde
hace unas semanas los bahienses hemos incorporado un nuevo vocablo a
nuestro léxico político: COPROTUR. Las siglas del Consejo para la
Promoción del Turismo se han convertido en sinónimo de corrupción
y despilfarro de dinero público. Prácticamente muy pocos bahienses
conocían directamente su existencia hasta que la olla fue
destapada...
El
manejo discrecional de los fondos del COPROTUR por cifras
monumentales, desnuda la impunidad de una administración política
sin escrúpulos al momento de manipular para su conveniencia la
estructura del Estado y de cerrar negocios con las corporaciones
económicas. Una praxis política que termina pintando de cuerpo y
alma a quienes ocupan las oficinas de Alsina 65.
El
sistema democrático se ve así prácticamente burlado ya que los
mecanismos de representación quedan fraguados por quienes conciben
los espacios políticos como meros escaños de poder personal. La
impunidad con la que se han manejado es a todas luces alarmante.
Los
nombres de Sergio Paladino, Soledad Espina, Fabián Literas, Cristian
Breitenstein sobrevuelan en este escándalo. Es difícil pensar que
el actual intendente, Gustavo Beviclaqua, pudiera estar al margen de
una maniobra política de semejante envergadura.
De
esta forma el uso desmedido y sin ningún control del dinero público
fue utilizado como parte del montaje de la campaña “Cristian
2011”: shows artísticos, deportivos, muestras e inauguraciones
de obras permitieron un sin número de fotografías y cámaras de
televisión para el actual ministro de la producción provincial.
Además
del poco apego por los controles republicanos y de la reticencia del
propio oficialismo a que el tema sea investigado correctamente,
estamos ante un ejemplo claro de qué proyecto de ciudad construyen
cotidianamente. El larraburismo expresa una casta política sin
ningún apego a los controles y al mismo tiempo un entramado de
negocios que formula una ciudad para pocos. Las prioridades
parecieran estar trastocadas, en una ciudad que tiene una agenda
social urgente.
No
sólo es importante saber por qué se gastaron 14.000.000, determinar
claramente las responsabilidades políticas y permitir que se
desarrollen correctamente los canales de investigación
correspondientes ocupa un plano de primer orden. El esclarecimiento
es fundamental para no generar ni alimentar ese discurso de la anti
política que tan alegremente campea en la sociedad bahiense
sosteniendo que “la política es un mierda”, “los políticos
son todos iguales”, “no hay que meterse ya que no se puede hacer
nada”. Justamente el descreimiento y la inacción es lo que
buscan quienes quieren que nada cambie y que Bahía Blanca siga
siendo una ciudad para unos pocos.
GRUPO 83