“Extraño
dictador este Hugo Chávez. Masoquista y suicida: creó una
Constitución que permite que el pueblo lo eche, y se arriesgó a que
eso ocurriera en un referéndum revocatorio que Venezuela ha
realizado por primera vez en la historia universal.” Eduardo
Galeano
Estamos
a días de una nueva elección en Venezuela, los ojos de todo el
continente se pararán en las tierras del Libertados Simón Bolivar,
donde nuestros hermanos venezolanos deberán optar entre la
continuidad de Chávez o el retroceso al pasado que encarna el
candidato de la oposición: Henrique Capriles. La Revolución
Bolivariana en estos años inyectó esperanza y alegría no sólo en
el pueblo venezolano sino al resto de Latinoamericana. La escena
continental hace un poco más de una década, en plena hegemonía
neoliberal, presentaba a Chávez como un personaje único que se
escapaba de los libretos perpetrados por el Consenso de Washington.
Hoy gracias al espíritu inquebrantable de los pueblos que resisten
Hugo Chávez es acompañado por otros compañeros de ruta que
rescatan del polvo de la historia el sueño de la Patria Grande.
De
Bolívar a Pancho Villa, de Artigas a Salvador Allende los proyectos
libertarios que nuestros pueblos han parido nos llenan de orgullo
como hoy lo hace la gesta transformadora emprendida en Venezuela. Los
ataques de una oligarquía que reconoce rápidamente a sus enemigos,
actuando en consecuencia cuando ve sus intereses amenazados, revela
su poco apego a la democracia. Institucionalidad que reclaman a los
gritos en nombre de una democracia formal y vacía de todo contenido
social, proclamando una república del privilegio alejada de las
expresiones populares.
En
junio de 1975 la revista Crisis,
dirigida porEduardo Galeano, publicó un informe titulado “Venezuela:
opulencia y pobreza”
en el que se describía a las dos venezuelas: la de la miseria
presentaba el 41% de la población de Caracas viviendo en condiciones
precarias sin agua ni cloacas y con el 55% de los niños en edad
escolar sufriendo problemas de desnutrición. Los logros de la
Revolución Bolivariana están a la vista: en 2005 la UNESCO declaró
a Venezuela “territorio libre de analfabetismo”, gracias al
lanzamiento de las misiones las mejoras en materia educativa, en
salud y vivienda son incontrastables (se frenó el proceso de
privatización de la medicina estableciéndose un Sistema Nacional de
Salud universal y gratuito). La CEPAL sostuvo que entre el 2002 y el
2006 se logró disminuir la tasa de pobreza en un 18,4%, mientras que
el índice de mortalidad infantil en 1998 se ubicaba en 21,4 por mil
en el 2007 cayó a 13,4.
La
oligarquía ha rotulado a Chávez de autoritario pero este ha dado
muestra de su fe democrática presentándose a elecciones
transparentes con auditores del mundo entero, a referéndums
revocatorios, mejorando los mecanismos de participación directa y
aumentando la autonomía como la creación de los Consejos Comunales,
además de colocar en discusión reformas constitucionales. El
problema no es el “populismo
chavista”,
la rabia aristocrática radica en que Chávez molesta porque su
proyecto de cambio aspira a una sociedad distinta.
Hoy
muchos repiten el libreto imperial, transmitido conjuntamente desde
la CNN y los grupos monópolicos que se resisten a la Democracia,
como en nuestro país cacerola en mano y Clarín bajo el brazo. Los que presentan a Chávez
como el “cuco
rojo” no
hacen otra cosa que repitir como loros “dictadura,
dictadura, dictadura”.
Venezuela
le otorgó nuevamente voz a los olvidados, a los eternos desposeídos,
con Chávez volvió a renacer el socialismo como una alternativa para
afirmar que nuestro norte sigue siendo el sur.
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