jueves, 5 de julio de 2012

PATRIA GRANDE - Editorial - TXT


Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo Gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse; mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes, dividen a la América. ¡Qué bello sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras partes del mundo”
De esta forma se refería Simón Bolivar al destino de los pueblos americanos en su “Carta de Jamaica” escrita en Kingston el 6 de septiembre de 1815, en la que el Libertador analiza el presente de la América Hispana a la luz del pasado e indica las grandes líneas previsibles del porvenir.
Hoy, a 200 años del inicio del proceso emancipador americano, vemos que Nuestra América es transitada por vientos de cambio, bocanadas de esperanza que recuperan lo mejor de nuestra tradición libertaria, hilvanando el presente con un pasado de luchas y resistencias populares. También es cierto que estos tiempos no están ausentes de contradicciones y retrocesos, el golpe de Estado en Paraguay y el oscuro triunfo del PRI en México son preocupantes señales.
El proceso político de principios del Siglo XIX terminó en una independencia frustrada para nuestros pueblos y con un continente balcanizado. Luego las oligarquías se adueñaron de los destinos nacionales, se abandonó el sueño de construcción de la Patria Grande por el que habían luchado San Martín y Bolivar, y se tejieron alianzas con el Imperio Británico. Así tenemos para fines del siglo XIX “democracias restringidas” o “dictaduras oligárquicas” en un Estado conducido bajo el lema del “orden y el progreso” por unas minorías ilustradas de las que la Argentina del Orden Conservador, el Brasil de la República Vieja y el México del Porfiriato serán sus ejemplos sobresalientes.
Para estos años y principios del Siglo XX nos encontramos con la irrupción del poder de los Estados Unidos, lo que cambiará de forma definitiva nuestra región, que pasará a ser concebida básicamente como el patio trasero del gran imperio mundial. La hegemonía y el expansionismo estadounidense marcarán la epoca. Pero gracias a la tozudez de los pueblos tenemos el resurgir del americanismo, con una impronta anti imperialista que buscará la concreción del viejo sueño de unidad y en la figura de Manuel Ugarte un claro defensor de la unidad nacional de América Latina. El sigo XX nos traerá luego la revolución mexicana con Villa y Zapata, la reforma universitaria, el sandinismo y esa gran revolución encabezada por Fidel y el Che. Hoy el presente, bajo las enseñanzas de la revolución cubana, nos invita a redoblar el esfuerzo en la batalla cultural por la construcción de la Patria Grande y la concreción de su 2º Independencia. 

GRUPO 83