En
el día de ayer el Consejo Superior de la UNS puso a consideración
un tema que hace años se encuentra en debate dentro del ámbito
universitario tanto local como nacional: la aceptación de fondos de
las regalías de “Yacimientos
Mineros de Aguas de Dionisio”,
la Minera La Alumbrera, el mayor yacimiento metalífero de la
Argentina.
El
periodista Darío Aranda, que hoy lleva una lucha por la libertad de
expresión luego de que se lo censurara en dos notas sobre los
pueblos originarios, la sojización y el modelo tanto minero como
agroexportador en el diario Página/12 trata de forma muy concluyente
el tema en la edición del día 12 de julio del corriente en el ya
nombrado periódico.
Debería
estar al alcance de todos pero, como de costumbre, la desinformación
y la ignorancia a la que quieren someternos solo para que no se logre
un rechazo social contundente a cierto tipo de ejercicio económico
que, si bien trae mucho dinero al país, conlleva consecuencias
nefastas al medio ambiente y a los derechos humanos de las
comunidades afectadas, se ve a simple vista.
Los
pueblos desalojados, los ríos contaminados, los pueblos fumigados,
los campesinos asesinados y miles de casos donde el anhelo de llegar
a un desarrollo económico próspero se ve enfrentado con las
necesidades de los habitantes de éste y otros países a poder
satisfacer sus necesidades más básicas son algunos ejemplos de por
qué deberíamos rechazar los fondos de quienes son los causantes
principales de estas vulneraciones.
Por
la ley nacional 14.771, sancionada en 1958 durante la presidencia de
Arturo Frondizi, se obliga a YMAD a distribuir utilidades entre las
universidades nacionales. Durante la dictadura de Juan Carlos
Onganía, y luego durante la última dictadura militar, se modificó
un artículo clave (el número cinco) de la ley y se habilitó el
ingreso del capital privado y transnacional a YMAD. Ese fue el germen
para que, en la actualidad, tres empresas extranjeras se queden con
el 80 por ciento de las utilidades obtenidas de un recurso no
renovable.
En
2009 comenzó a implementarse la distribución entre universidades y
ocasionó un debate con dos aristas principales: la universidad
pública financiada por el sector privado y que ese dinero además
provenga de una actividad cuestionada por sus aspectos ambientales,
sociales y sanitarios. La Universidad Nacional de Rio Cuarto ya había
rechazado fondos en 2009 y 2010, pero en junio pasado votó una
resolución para su rechazo definitivo.
Desde
2008 ya son más de veinte las facultades de diversas casas de
estudio de todo el país que rechazaron el dinero proveniente de
Alumbrera. Y, con la UNRC, ya son cinco las universidades públicas
que rechazaron los fondos: Luján, General Sarmiento, Mar del Plata y
la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Esta última fue la que
con mayor dureza cuestionó la mega minería planteando que “Se
ha verificado empíricamente, y lo sostiene la amplia mayoría de los
informes recogidos por este Consejo Superior, que la actividad minera
que se desarrolla a cielo abierto e implica la utilización de
procedimientos químicos para la extracción de metales, daña
severamente el ambiente y en consecuencia a los seres humanos y sus
comunidades”
La
Universidad Nacional de Córdoba compromete su apoyo a las
comunidades del país afectadas por las “actividades
extractivistas”,
solicita al Estado la nacionalización de los recursos naturales y
también le pide la revisión de la normativa que posibilita la mega
minería transnacional. En particular, solicita la “derogación de
las leyes de la dictadura militar y de la década neoliberal de los
’90 que promueven la actividad de las transnacionales en desmedro
del bien público y del debilitamiento del propio Estado nacional”.
La resolución le propone al Consejo Interuniversitario Nacional que
“exhorte a los legisladores nacionales” a modificar el marco
normativo minero.
La
Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) también rechazó el
dinero proveniente de YMAD con un duro documento votado por el
Consejo Superior en el que dice que: “Estos
modelos extractivos se sustentan en la lógica desplegada por el
capitalismo tardío, que a través de capitales transnacionales
impulsan la megaminería y el agronegocio extractivista que afectan
derechos fundamentales de las poblaciones”.
Además, la UNRC brinda su apoyo a las comunidades afectadas por el
modelo extractivo y solicita al Estado nacional la revisión de las
leyes de la dictadura militar y de la década del ’90 que
benefician la actividad extractiva.
En
otra parte del documento afirman que “América
latina es concebida como región exportadora de materia prima
provocando una reconfiguración de los territorios que destruye
formas culturales, estilos de vida y profundiza la dominación, en
detrimento de los principios de justicia social y ambiental”.
Este
año, también la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad
Nacional de Rosario y la Facultad de Agronomía de la Universidad
Nacional de La Plata cuestionaron la mega minería y el modelo
agropecuario actual por sus impactos sociales, ambientales y
sanitarios en las poblaciones.
Desde
el Foro Ambiental y Social de la Patagonia sostienen que el rechazo a
los fondos mineros es “Sin
duda una noticia que alegra y da esperanza a todos los que luchan por
un universidad libre de la injerencia de las corporaciones
extractivas, que al no obtener la licencia social de los pueblos para
sus proyectos destructores, intentan comprar la licencia académica.”
En
el ámbito local desde ADUNS sostuvieron que siempre han mantenido la
firme convicción de que los fondos de la mega minería contaminante
y expoliadora no deben ingresar a las Universidades Nacionales y que
la UNS estaba a tiempo para adoptar una medida similar.
Como
habitantes de una ciudad donde las transnacionales tienen su salida
al mundo por el puerto y donde conocemos cómo se manifiestan de
forma nefasta las decisiones y políticas tanto del empresariado como
del poder ejecutivo en detrimento del medio ambiente y las
comunidades tanto en los barrios cercanos al polo petroquímico que
sufren no solo de la contaminación y enfermedades que éste les
brinda sino también de la desvalorización de sus propiedades, de la
tercerización de sus empleados y la falta un ambiente laboral acorde
al trabajo que se desarrolla que ha llevado a la muerte ,por ejemplo,
de Juan Cruz Manfredini y saber que parte de la respuesta a éstas
problemáticas es la llegada de Monsanto y sus transgénicos, el
fracking para conseguir shale-gas y un dragado en Puerto Cuatreros
que hoy en día no está en curso gracias al gran repudio que hemos
hecho desde la población local.
La
aceptación de los fondos de las mineras por parte de la UNS,
aprobados por 16 votos de profesores (Listas Blanca, Universidad),
alumnos (MNR) junto con los decanos a excepción de la decana de
Humanidades Adriana Rodríguez,
contra
12 que obtuvo el dictamen de oposición, es un paso atrás en esta y
tantas otras luchas que, como políticos y ciudadanos comprometidos
con el bienestar de nuestros pares y de la comunidad en su conjunto,
no debemos dar.
GRUPO
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