Un
intento. Eso era la democracia hasta 1982. El intento de construir un
país moderno, con movilidad social, apegado a la ley, en donde las
decisiones no descansen solamente en las manos de la oligarquía y
soberano, de Hipólito Yrigoyen. El intento de lograr una Argentina
con una clase obrera digna y protagonista, generadora de derechos, en
donde las decisiones no descansen en manos de la oligarquía y con
profunda justicia social, de Juan Domingo Perón. El intento de
generar desde este rincón del cono Sur un ámbito con respeto a la
constitución, defensa de nuestros intereses económicos y
culturales, en donde las decisiones no descansen en manos de la
oligarquía y con el consenso como generador de los cambios, de
Arturo Illia.
Con
logros y con frustraciones, con la misma facción de poder
permanentemente en contra, sus presidencias terminaron de forma
abrupta, sin llegar al fin de su mandato y producto de intervenciones
militares con apoyo de algunos sectores de la sociedad.
Un
realidad. Eso es la democracia desde 1982 hasta acá. La realidad que
se refleja en 29 años de este sistema de forma consecutiva. Y no
refiero "29
años de estabilidad democrática"
porque siempre debio defenderse de distinto ataques, porque la
oligarquía (en mayor o menor medida, de acuerdo a lo
"pro-establishment que sea el gobernante de turno) continua
reclamando que las decisiones descansen en sus manos. Se lo
reclamaron e hicieron tambalear el gobierno Raúl Alfonsín con los
ataques perpetrados por la corporación eclesiástica, militar,
agroeconómica y sindical; se sintieron cómodos y en su salsa bajo
el neoliberalismo; con los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina
Fernández los reclamos se multiplicaron (con la propaladora
mediática a favor), pero también se evidencio su debilidad, el coto
que finalmente significa la democracia para algunos sectores con
voracidad infinita. Tiempos contradictorios, es cierto, pero llenos
de cambios
Hace
poco el represor Jorge Rafael Videla en una entrevista dijo "Con
los Kirchner llego nuestro peor momento",
finalmente: juzgado, condenado, preso, sin privilegios, repudiado,
sin leyes que le aseguren impunidad, sin honores, sin indultos, aun
conserva el derecho a ser escuchado y decir lo que quiera. Parece que
entendió que es la democracia. La primavera de los pueblos.
GRUPO 83