La antipolítica y la
reacción salieron a la calle cacerola en mano. Mirando las fotos
publicadas por los distintos portales informativos nos encontramos el
jueves con consignas que reflejaron una concentración de odio e
intolerancia que nos remiten a esa reacción alérgica propia de los
sectores del privilegio. Un desprecio profundo por lo popular unificó
a esa masa inorgánica.
Los que estabamos el
miércoles en Colón 80 festejando con alegría las primeras condenas
a los genocidas, por momentos nos costaba creer que las banderas de
juicio y castigo flamearan en nuestra ciudad. 24Hs después esa Bahía
que se resiste a morir, esa Bahía del silencio, salió a las calles
coreando “se va acabar, se va acabar la dictadura de los K”.
Cuando se escucha “andate
con Nestor” están diciendo “viva el cancer”,
sosteniendo “ni Cuba, ni Venezuela” lo que demuestran es
un fuerte desprecio por los procesos emancipadores de los pueblos de
Nuestra América, al hablar de “procreación irresponsable”
se paran contra la Asignación Universal por Hijo y cualquier medida
de signo igualitarista, cuando gritan “revanchismo” piden
dejar el pasado atrás y no les importa ni un tantito así la
justicia por los crímenes de lesa humanidad, al vociferar “el
que no salta es negro y K” sintetizan ese racismo de clase que
desprecia a las naciones hermanas con las clásicas categorías
prejuiciosas del “bolita”, el “paragua” o el
“chilote”.
Y aunque sea
políticamente incorrecto, bajo los términos fijados por los
propulsores del discurso del consenso permantente, generaron absoluta
repugnancia y asco, sí, REPUGNANCIA Y ASCO, consignas como “En
Barrio Norte también tenemos Hambre” o el manoseo de símbolos
sagrados como el pañuelo blanco de nuestras madres, junto con el
desfile inescrupuloso de simbología nazi para rotular al gobierno
democrático de Cristina Fernández de Kichner de “autoritario”.
Hay categorías que se encuentran cargadas de una gran densidad
histórica, y que no deben ser utilizadas a la ligera, porque hablar
así porque así de fascismo es cagarse en los millones de muertos
del Holocausto.
Nos dirán “no todos
los que estaban ahí coinciden con esas consignas”, y seguro
quien nos lo diga estará en lo cierto, porque siempre hay distraídos
que terminan defendiendo intereses que no les son propios, muchos
individuos no son conscientes de su posición social y situación
histórica, terminando por ende constituyendo el humus de la
reacción. Tanto se ha escrito y tantos trágicos ejemplos históricos
existen sobre la falta de conciencia de clase.
Sobrevoló el jueves
pasado una idea de “libertad” marcadamente individualista
y a la vez perversa ya que se quejaban de una supuesta censura y
falta de libertad de prensa contando paradojicamente con las
principales cadenas de comunicación a su servicio. ¿O es a la
inversa? Y deberíamos decir que las manifestaciones estuvieron al
servicio de las principales cadenas de comunicación...
Rara dictadura que
permite a esa categoría amorfa de“lagente” manifestarse
sin camiones hidrantes o garrotes policiales persiguiéndolos.
Ante la hegemonía
cultural del neoliberalismo deberíamos recordar que “La
libertad de empresa no puede superar a los derechos humanos ni
interferir en el proceso de desarrollo. La libertad de prensa no
puede confundirse con el monopolio de un sector económico en la
difusión de las ideas. El derecho de propiedad no tiene
justificación sin la función social que debe serle implícita. En
otras palabras, en materia de libertades, así como en la economía
también existen prioridades”*
GRUPO 83
*palabras
del ex presidente Raúl Alfonsín