martes, 7 de octubre de 2014

Crónica de un Pase Anunciado - Periódico ATICO

El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros”

Como en la clásica obra de García Márquez el desenlace final no sorprendió a nadie. Gustavo Bevilacqua desde hace mucho tiempo formaba parte de las filas del Frente Renovador liderado por Sergio Massa. Entonces cabe preguntarnos ¿cuál es la noticia? ¿qué novedad política implica este re acomodamiento?

El larraburismo gobierna nuestra ciudad desde ese golpe de palacio dado en el 2006, una ciudad que ha tenido incontables escenas de realismo mágico. Se habla incluso de “macondismo” como categoría de análisis político y en Bahía Blanca por momentos sólo faltaría ver correr un niño con cola de cerdo alrededor del monumento a Bernardino Rivadavia.
En estos años Dámaso Larraburu pasó de la categoría de lo innombrable, de una especie de esencia oculta que debía mencionarse en voz baja para que nadie te escuchara, a estar hoy día en la boca de todos los bahienses. Las sombras siempre fueron sus tierras natales, desde ahí en su naturaleza acomodaticia se tejió así mismo como gran articulador de los distintos factores de poder real, esos a los que muchos llamamos “corporaciones”.

El resultado de esa burla a la ciudadanía está a la vista de todos: una ciudad quebrada socialmente, con tasas de desocupación, pobreza e indigencia alarmantes, niveles de concentración nunca vistos, negocios cuasi pornográficos, impunidad y más impunidad.

En ese cuadro lo de Gustavo Bevilacqua sólo es un dato más de color. Los daños colaterales de esta estrategia y forma de construir poder los pagamos todos los bahienses. Y las instituciones democráticas son las primeras sacrificadas en el altar de los negocios. Un Intendente que no fue elegido por la voluntad popular para dicho cargo, concejales que pasan de un bloque a otro como si se tratara del cambio de su ropa interior.

Al fin y al cabo Bevilacqua sólo es la sombra de Dámaso Larraburu, un hombre gris que únicamente espera las ordenes de su jefe.

La crisis sistémica de los partidos políticos se percibe cotidianamente en nuestro pago chico. Pero lo que no podemos hacer los bahienses es naturalizar pasivamente estas prácticas, que son las que muchas veces terminan por neutralizar las potencias que tenemos como ciudad. Es importante reiterarlo, no podemos permitir que se siga sembrando en la ciudadanía el descreimiento en la política. El larraburismo articula un discurso anti político al presentarse como hombres de “gestión” y atenta así contra el mismo sistema democrático, en una reconstrucción moderna del “no te metás”. Después de todo la Democracia es su peor enemigo. A partir de ahora queda en todos los vecinos, en la gente de a pie, terminar de articular una real voluntad de cambio.

Dentro de poco, cuando demos vuelta la página, los bahienses al recordar los años de larraburismo en nuestra ciudad diremos como ese vecino Poncho Lanao ante la muerte de Santiago Nasar “lo que nunca pude olvidar fue el terrible olor a mierda”

Raúl Andrés Gallardo
G83 Solidaridad + Igualdad
en Nuevo Encuentro