A 30 años de recuperada
la Democracia lo peor que podemos hacer los bahienses es naturalizar
los dichos y el accionar de nuestros funcionarios públicos. El
flamante secretario de Promoción Social, el Sr. Roberto Ercoli, ha
incurrido mediante sus declaraciones públicas en el diario La Nueva
Provincia en el macartismo que lo caracteriza acusando a “grupos
kirchneristas” de incitar a los cartoneros.
El Departamento Ejecutivo
nuevamente busca pararse desde la anti política, intentando mirar
los conflictos sociales cómo si no tuviera nada que ver. Con
lenguaje policial hablan de “agitadores” y marcan a
militantes y organizaciones políticas impunemente. ¿Es el accionar
adecuado para un funcionario de la Democracia? ¿Cómo ciudadanos
debemos tolerar pasivamente sus palabras? ¿El Intendente no le
tendría que pedir automáticamente la renuncia?
Las cosas hay que
llamarlas por su nombre: el Intendente Dámaso Larraburu, que sufrió
una dura derrota en la última sesión del HCD, tendría que ser el
encargado de pedirle su dimisión. Puede utilizar tranquilamente su
cuenta personal de twitter para notificarle del apartamiento, de la
misma forma que lo hizo para pedirle a sus funcionarios que firmen la
prohibición improvisada e intempestiva de la tracción a sangre y
que criminalicen de paso a los trabajadores cartoneros.
El debate en torno a los
cartoneros está colocando blanco sobre negro en la matriz de poder
del Larraburismo. Prácticas corporativas, negocios, impunidad,
improvisación, desapego institucional terminan siendo los
condimentos utilizados. Mientras tanto los cartoneros de nuestra
ciudad han demostrado humildad, voluntad de diálogo, propuestas y
por sobre todo dignidad, un bien que escasea en Alsina 65.
Grupo 83 Solidaridad +
Igualdad
en Nuevo Encuentro