General Daniel Cerri es una localidad de la provincia de Buenos Aires que se encuentra ubicada en el Partido de Bahía Blanca, a 15 km al sur de la misma ciudad y a 698 km de la Capital Federal. Dicha ciudad cuenta con el Puerto de Cuatreros, vinculado durante años con la producción frigorífica de carnes.
Durante los últimos meses, los bahienses, nos anoticiamos de un mega emprendimiento a cargo de la UTE YPF- ENARSA con la intención de dragar el sector interno del Estuario de Bahía Blanca. Lo que surgió al principio como un rumor fue cobrando cada vez más fuerza, ante el impedimento de las autoridades políticas que se negaban a brindar información pública fehaciente. Este “megaproyecto” es promovido bajo los fines de permitir el ingreso de buques regasificadores y metaneros hasta el Puerto de Cuatreros. El segundo objetivo: la extensión del Polo Petroquímico, con la construcción de dos islas producto del refulado de la ría.
El Dragado terminó por constituir la punta del iceberg de un gran negocio inmobiliario y de las intenciones de profundizar el perfil industrial de una ciudad asediada por las multinacionales. A principios de Enero de este año la Unión Industrial de Bahía Blanca reconoció en un documento público la creación de un nuevo polo industrial. Sus loas, bajo un ya perimido paradigma de “progreso”, versan en torno al supuesto aumento de la tasa de empleo y de la masa salarial que conllevarían la construcción de muelles, terminales y plantas industriales. Nada se dice de la calidad y la seguridad de los puestos de trabajo generados, nada se dice del impacto ambiental que se produciría, nada se dice de las manos en las que queda la mayoría de la renta generada.
Mientras el por entonces intendente de la ciudad, Cristian Breitenstein, ahora flamante ministro provincial de la producción, presidia a mediados del mes de noviembre la audiencia pública convocada en Cerri, la ciudadanía generaba nuevos canales de participación y compromiso cívico. Desde el primer reclamo que versaba sobre la necesidad de información, ante el silencio gubernamental, al grito de ¡NO AL DRAGADO! vimos como miles de bahienses ponían su firma en las planillas para rechazar el proyecto, como científicos de la Universidad Nacional del Sur y de la Universidad Tecnológica Nacional alzaban sus voces, como vecinos se organizaban y corporizaban su indignación en acciones concretas, como jóvenes estudiantes se comprometían coherentemente en la defensa del medio ambiente.
Y como todos empezábamos también a conocer la ría, el estuario y su ecosistema. Porque es muy cierto eso de que Bahía es “una ciudad construida a espaldas del mar”. Hay una historia de opacidades y complicidades corporativas que ha sido silenciada, una Bahía que pudo ser y no fue, ahí sobresale la Rambla de Arrieta y el balneario popular de Ingeniero White. Pero también hay una historia de resistencias y luchas populares de la que el ¡NO AL DRAGADO! ya es parte.
Creemos, como se sostuvo en el Acuerdo de los Pueblos de Cochabamba, que “sólo puede haber equilibrio con la naturaleza si hay equidad entre los seres humanos” y de la misma forma revalorizamos el concepto de “vivir bien”, concibiendo la complementariedad e interdependencia que tenemos con nuestro planeta. En la agenda política latinoamericana la cuestión medioambiental esta siendo incorporada como uno de los vértices rectores. Es imprescindible que así sea, nuestra Madre Tierra nos lo reclama.